martes, 7 de junio de 2011

Cebos mar




Es interesante, sobre todo para el neófito, saber con qué conseguir el pez de nuestros sueños sin tener que vender el coche para comprar carnada.
Hoy día parece que si no te gastas un montón de euros en titas, americano o cangrejillo, no eres un pescador de pro. Personalmente creo que se puede economizar mucho en este aspecto utilizando los cebos de toda la vida, eficaces, baratos casi siempre, y si aprieta el hambre, comestibles.



LA NAVAJA


Para un incondicional de la pesca del sargo a fondo como yo, uno de los mejores cebos. Es aconsejable añadirle algo de sal gorda, si se va a utilizar sin valvas, para darle consistencia a la carne. Por diez euros puedes comprar suficientes para toda la noche —intentad pescar toda la noche con diez euros de titas— y es del agrado de doradas, sargos, mojarras, lubinas, cabrachos, anguilas… vamos, podemos pescar con ella casi cualquier cosa. Entera, con sus valvas, para doradas de foto. Troceada y enfilada con aguja de gusana, sin olvidar unas vueltas de hilo elástico, para todo lo demás. Eso sí, para no herir a los peces de corta talla mejor utilizar anzuelos del uno al tres. Que no os parezca exagerado, un sargo de cuatrocientos gramos se traga sin problemas un anzuelo del uno. Los pequeños están mejor nadando.



EL CHIPIRÓN



Buena elección para el invierno, sobre todo de noche. Las especies a tentar son variadas. Entero y con un par de días de antigüedad, fenomenal para el congrio. La cabeza y los tentáculos separados del cuerpo nos darán lubinas y grandes sargos. En tiras, fijado a una aguja con hilo elástico para después enfilarlo cual arenícola, nos proporcionará más posibilidades de capturar algo, pues le entrará en la boca a peces más modestos.
En cuanto al precio no puede ser más económico y con un puñado podemos pescar muchísimas horas. Además aguanta los lances fuertes y los ataques de la morralla sin problemas.



EL MEJILLÓN


El mejillón es, sin duda, uno de los cebos más baratos y eficaces que podemos encontrar.
Con sus valvas es ideal para doradas y grandes sargos, sin ellas, hasta a la lubina le será difícil resistirse a tan fina carne. Este efectivo cebo sólo tiene dos inconvenientes:
-La morralla lo devora en muy poco tiempo, lo cual no tiene remedio.
-Es engorroso de anzuelar y se desprende del anzuelo con facilidad. Este último son dos inconvenientes en uno, pero se arregla añadiendo sal gorda al mejillón horas antes de salir a pescar. No demasiada, que no es cosa de quitarle todos sus atrayentes jugos, basta con sazonarlos en un plato de forma que no quede un resquicio sin sal pero sin que llegue a formarse una capa blanca.
Una vez salados y en nuestro lugar de pesca favorito, los ensartaremos en la aguja de gusano y con el socorridísimo hilo elástico le daremos unas cuantas vueltas. Después lo enfilamos y, a pescar sargos de dos kilos.



EL PULPO


Un día leemos, que para pescar la lubina de nuestros sueños, el mejor cebo que podemos utilizar es la pata de pulpo. Vamos a la pescadería y compramos un hermoso cefalópodo con idea de pescar un pez tan grande que salga en los periódicos locales convirtiéndonos en pescadores legendarios. El asunto no sale bien y los únicos beneficiados son los cangrejos que se ponen las botas a nuestra costa. Para sacar el máximo rendimiento a este cebo, selectivo donde los haya, tendrá que ser del lugar. Es decir, primero capturaremos un pulpo —ojo con las tallas mínimas— y, tras sacrificarlo, sus tentáculos nos servirán para tentar a la más recelosa lubina.
Resiste bien los ataques de la morralla, el más fuerte de los lances, y aunque nos proporcionará poca pesca en comparación a otros cebos, cuando pique algo… no será pequeño. Por sus características es bueno utilizarlo en una caña mientras en otra tentamos a peces varios con cebos menos selectivos como la navaja sin valvas o cualquier gusana. De esta forma la espera en pos de la gran lubina se nos hará más llevadera.



CEBO VIVO

En esta categoría se engloban algunos de los cebos más eficaces de cuantos podamos encontrar. Sobre todo cuando se trata de anélidos o crustáceos presentes en el hábitat natural de los peces.



GUSANA COREANA


La “coreana” es el cebo universal por antonomasia. A pesar de no encontrarse en nuestras aguas es bien aceptada por lubinas, sargos, doradas y casi todos los peces marinos.
Además de su buena aceptación por parte de los peces, que nos permitirá practicar una pesca inespecífica, o dicho de otra forma ir a lo que entre, resulta ser un gusano que resiste bastantes días en la nevera, dura relativamente mucho en el anzuelo y aguanta los lances fuertes. Vamos, el ideal para pasar una agradable jornada de pesca sin complicaciones. El único fallo que tiene es que, al no ser nada selectivo, corremos el riesgo de atrapar demasiados alevines. Para evitarlo subid el tamaño de los anzuelos.
Sólo me queda decir que si hay un pez entre todos que lo aprecie ese es el salmonete. Ya lo sabéis, si entran salmonetes no os gastéis el dinero en cebos más caros, comprad unas cajitas de coreana y a triunfar.



COCO


También llamado xorrón, en Galicia, o arenícola, más extensamente. Son característicos los “zurullitos” de arena o fango que dejan en la entrada a sus agujeros lo cual facilita mucho su recolecta y da sentido a uno de sus nombres coloquiales más curiosos que es el de cagón.
Al contrario que la coreana el coco requiere ciertos cuidados tanto para su manutención como para el anzuelado. Debe transportarse en un recipiente con agua que, cambiaremos periódicamente al tiempo que retiramos cualquier ejemplar fallecido, pues de lo contrario los demás morirán y se descompondrán en poco tiempo.
A la hora de anzuelarlo usaremos, a ser posible, una aguja fina de enfilar e intentaremos no pincharlo. De no ser así sus atrayentes jugos saldrán al exterior rápidamente y el gusano se “desinflará” perdiendo enseguida casi todo su atractivo.
Si hacemos las cosas bien tendremos un buen cebo para todas las especies que frecuenten arenales de playas y estuarios. Se presta a realizar una pesca variada ya que no lo desdeñara ni la lubina ni la dorada o el sargo. Es, como casi todos los gusanos, un cebo todo terreno.



BLANCA


La blanca es una gusana de uso similar a la coreana o el fango. Tanto a corcho como a fondo nos proporcionará abundantes capturas de espáridos, (mojarras, sargos, raspallones...) eso sí, de tamaño moderado. Es bastante consistente y vivaz pero si queremos que se conserve así toda la jornada deberemos cambiar con regularidad el agua en que la transportamos, especialmente en verano.



ROSCA


Muy parecida a la coreana, algo más blanda quizás, es un cebo, al igual que esta, universal. De tamaño medio tirando a pequeño será devorada con ansia por mojarras, sargos, lubinetas... y cualquier pez marino al que se la presentemos. No es selectiva en absoluto así que si no queremos herir a los pezqueñines tendremos que ser cuidadosos con el tamaño del anzuelo.



FANGO


Cuando hablamos de fango, también llamada roja o norte, nos referimos a una gusana delicada, muy blanda y llena de amarillentos y olorosos jugos. Al estar presente en abundancia en nuestras costas y ser la base de la dieta de infinidad de especies marinas podríamos pensar que es el mejor cebo del mundo, y lo sería, salvo porque su pequeño tamaño y escasa consistencia hacen que la morralla la devore antes de que los peces de más porte la encuentren. Para solucionar, en parte, este inconveniente, podemos enfilar un ramillete de gusanas. No sería la primera vez que una hermosa lubina cae ante tan deliciosa tentación. Lo habitual, sin embargo, es que nos depare modestas capturas. Muy recomendable pescando sarguetes a corcho, para pequeños lábridos en las rocas o a fondo para peces planos como el lenguado.



GUANAMINO


Otro cebo que varía de nombre según su distribución geográfica. Americano, llobarrero y guanamino son sus tres denominaciones más comunes.
Este gusano, de grandes proporciones, ojo que muerde, es utilizado tanto entero como troceado en caso de los ejemplares más grandes y tiene sus pros y sus contras. Si lo que buscamos es un cebo para pasar una agradable tarde veraniega pescando todo tipo de peces es mejor que optemos por otros gusanos. Ahora bien, si sois de esos a los que no les importa pasar muchas jornadas sin pescar porque sabéis que cuando el puntal marque picada será porque hay una buena pieza al otro lado, entonces éste es vuestro cebo.
La mayoría de quienes utilizan guanamino tienen un objetivo concreto: La lubina de talla, pero eso no quiere decir que grandes doradas o sargos kileros no vayan a atacar tan suculento manjar.
Entre tantas virtudes algún fallo tenía que tener y el principal es su precio. Por eso, sólo merece la pena si allá donde vayamos se pasean con cierta frecuencia esos grandes ejemplares que todos soñamos. Otra pega, que puede no ser tal dependiendo de nuestro escenario de pesca, es que por su tamaño ofrece mucha resistencia al aire y nos restará metros en el lance. Importante en muchas playas, irrelevante en rías y estuarios donde podemos encontrar buenas lubinas a pocos metros de nuestro puesto.



TITA


Muy popular en el sur para la pesca de la dorada su uso comienza a extenderse por las regiones cantábricas.
La tita es autóctona de nuestras aguas, aunque las que se comercializan en ocasiones proceden de Francia, lo que juega a nuestro favor a la hora de que el pez reconozca el cebo como algo natural y no recele. Este gusano de grandes dimensiones, hasta veinte centímetros, es selectivo a más no poder y con él conseguiremos, casi exclusivamente, espáridos de mediano y gran tamaño. Doradas y grandes sargos serán, por tanto, nuestras principales capturas.
La efectividad de la tita, como de muchos otros cebos, varia según el pesquero y aunque, como gran aficionado que soy a la pesca de grandes espáridos a fondo, prefiero moluscos y crustáceos del lugar o en su defecto de pescadería pero muy frescos –para mí la navaja no tiene igual- la tita me parece una opción nada despreciable. Resiste lances fuertes, el ataque de la morralla y es razonablemente efectiva. Hay dos formas de anzuelarla: o bien la enfilamos como cualquier gusana, si es pequeña, o bien la cortamos en pequeños filetes y la fijamos al anzuelo con hilo elástico y la carne para fuera. Exactamente igual que haríamos con la sardina.
Si podemos nombrar un defecto, ese es su precio, un poco excesivo si dedicamos largas jornadas nocturnas a la búsqueda de sargos crecidos o doradas de esas que sacan mucho hilo del carrete. Es recomendable en estos casos compaginar el uso de la tita con otros cebos más económicos pero también efectivos como el mejillón con valvas, o sin ellas, si la morralla nos deja. Además un cebo en cada caña nos permitirá saber qué le gusta más al pescado ese día y cambiar rápidamente al que nos vaya mejor.



CANGREJILLO


Carísimo y baratísimo. Lo primero, si lo compramos, lo segundo, si lo recolectamos. Cuidado con las cantidades no nos vaya a caer un multazo.
Quien conozca un lugar donde abunde el cangrejillo tendrá un tesoro. Puede sacarse de su agujero fácilmente con la clásica bomba o “chupona” que no es más que un artilugio compuesto de un cilindro con un embólo que podemos construirnos nosotros mismos sin demasiada dificultad. De eso prometo hablar otro día, ahora paso a enumerar las virtudes de uno de los mejores cebos que podemos encontrar para peces de buen tamaño.
Si disponemos de crustáceos en muda, es decir, de cáscara blanda, tendremos todas las papeletas para que una buena lubina haga morirse de envidia a nuestros compañeros. Doradas y sargos también lo tomarán con agrado y aunque algunos peces como el salmonete o el lenguado, que no el rodaballo, puedan rechazarlo, no busca el pescador que use cangrejillo piezas menudas sino crecidas.
Resiste en el anzuelo muchísimo tiempo, ya que es casi inmune a la morralla, y los peces lo toman con naturalidad al reconocerlo como parte de su dieta habitual. Si unimos esto a el hecho de que es el favorito de los principales objetivos del pescador y que selecciona peces de tamaño medio-grande nos encontramos ante lo que podríamos considerar un cebo de "cinco tenedores".
Se encarna introduciendo la punta del anzuelo por la cola, siguiendo el recorrido de ésta y sacándola entre las pinzas.

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